El conflicto generado por el cierre de la frontera venezolana con Colombia en el Táchira ha puesto en evidencia la más vergonzosa realidad de algunos voceros de nuestra sociedad. Durante mucho tiempo se ha sostenido que existen sectores políticos, económicos, académicos y sociales que por tener una posición ideológica de disentimiento a la Revolución Bolivariana son capaces de prestarse a los intereses de otras naciones. Pues bien, esta verdad afloró como nunca antes desde que el presidente Nicolás Maduro decretó el Estado de Excepción que permitió el cierre de dicha frontera.
Mientras en Colombia los factores de poder, la clase dirigente de gobierno y de oposición, la oligarquía económica y las instituciones, se han alineado en un solo frente para calumniar a Venezuela y su Gobierno sobre lo acontecido en la zona limítrofe, en Venezuela hemos visto con pena ajena como algunos voceros vendepatria se han dado a la tarea –algunos de forma sibilina, otros más groseramente- a cuadrarse con la posición del vecino país.
Ese es el caso, por ejemplo, de algunos medios de comunicación social venezolanos. Hemos visto y oído algunas televisoras y radios en las cuales se regodean transmitiendo las informaciones provenientes de los medios de comunicación colombianos, donde se denuncian las supuestas violaciones de los derechos humanos de los deportados. Poco o casi nada se transmite –y mucho menos se analiza- las informaciones sobre las irregularidades y los hechos encontrados por nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana: prostíbulos, centros de reclusión, campamento paramilitar, drogas, evidencias del contrabando, etc. ¿Participaban esos deportados en esas actividades? Esos que no son deportados sino que se fueron por voluntad propia y que ahora del otro lado de la frontera dicen que lo hicieron por temor ¿a que le temían? ¿Participaban en esas actividades ilícitas? Estas son las preguntas que debe hacerse el periodismo venezolano.
El colmo de lo que hemos leído lo publicó una periodista del diario El Nacional que supuestamente visitó el barrio fronterizo La Invasión que fue desalojado por la FANB. Ella se atreve a decir –claro que lo pone en boca de alguien- que nuestros soldados afirmaron que los niños nacidos en Venezuela se quedarían en el país y los padres colombianos serían expulsados. Con periodistas venezolanos de esta factura no hace falta que el Tiempo de Bogotá escriba nada.
Y la indignación crece cuando escuchamos a monseñor Roberto Luckert, arzobispo de Coro, entrevistado por Vanessa Davis en Unión Radio, referirse a “los derechos humanos de los desplazados por la medida tomada por Nicolás Maduro”. Una de sus grandes ideas políticas fue decir que “Maduro metió la pata”. Al representante de la Iglesia Católica no le escuchamos mencionar ni una sola vez los derechos humanos de los oficiales venezolanos que fueron vilmente atacados y heridos de gravedad por los paramilitares colombianos, gota de violencia que por cierto fue la que rebasó el vaso que obligó al Gobierno a tomar las polémicas y justas medidas. ¡Dios mío!
Cuando oímos a ciertos expertos hablar del derecho internacional y hacen juegos de palabras para en definitiva sumarse sin el menor pudor a las tesis colombianas, hay que preguntarse si en las universidades están enseñando un mínimo de ética profesional. Cuando Venezuela cierra la frontera toma una decisión soberana. Cuando deporta ciudadanos que están ilegales en su territorio, toma una decisión soberana. Cuando las autoridades persiguen delincuentes, asesinos, paramilitares dentro del marco de la Ley, ejecutan una decisión soberana.
También causa tristeza ver y escuchar algunos voceros de los sectores económicos. Para ellos la sola preocupación por lo que ocurre en la frontera es la paralización del intercambio comercial. Desde hace casi dos años el Ejecutivo Nacional viene denunciando el contrabando de extracción de mercancías hacia Colombia. Mientras esto ocurría, ni Fedecámaras ni las cámaras regionales empresariales se sumaban a la denuncia, mantenían un silencio cómplice. ¿Por qué será? Ahora que el presidente Maduro le pide a Colombia una solución definitiva al problema, nuevamente se quedan callados. ¿Por qué será? ¿Se les acabó el negocio?
Dejamos de último los voceros de la dirigencia política opositora, la que está aglutinada en la MUD y la que está fuera de ella. Además de que siempre han estado alineados con las estrategias y políticas dirigidas desde el exterior –llámese EEUU, España, Colombia- a desestabilizar a Venezuela, ahora tienen un cálculo electoral para sustentar su apoyo al gobierno neogranadino. Ellos piensan que de esta manera se van a ganar el favor de los colombianos que tienen derecho a voto en Venezuela. Podría ser que obtengan algún rédito político en ese sector… Sin embargo, la torpeza está en que la mayoría de los venezolanos los está viendo, la mayoría sabe que lo que se hace en la frontera es para defender nuestros intereses. A medida que las condiciones internas en Venezuela mejoren gracias al cierre de la frontera, la evaluación de los venezolanos sobre su gobierno también mejorará y eso tendrá resultados el 6 de diciembre.
Además, los colombianos que viven en Venezuela saben que la Revolución Bolivariana los ha beneficiado a ellos por igual que a los venezolanos, por lo tanto no se dejarán engañar fácilmente por quienes nunca resolvieron los problemas del país.
Dr. Alfredo Palacios Marte
Asesor